Castro, un sicario que llegó al poder con el ánimo de enriquecerse a costa del pueblo cubano y de los pueblos latinoamericanos, sembrando el odio, la lucha de clases, el terrorismo y la violencia, implementando un sistema político y social fracasado.
Los del FMLN; han perdido al que les apadrinó la guerra. El Salvador no tiene nada que porque lamentarse por la muerte de este sicario: Primero porque la guerra dejó destrucción y muerte; segundo, porque después de la guerra y la gran ironía, que hoy nos gobierna el FMLN y la injusticia social, el nepotismo, el compadrazgo, la cherada no se terminó, al contrario, se incrementó y hoy la corrupción es a todas luces en todas las instituciones del gobierno.
Los del FMLN viven una vida diferente a la del común salvadoreño y por lo que lucharon quedó atrás. No hay motivos para llorar un muerto de otro país, en un país que faltan medicinas, no se le puede pagar ni a los que proporcionan el uniforme y zapatos escolares; se imponen 23 nuevos impuestos en siete años y no se ve qué se hace el dinero; se han recortado los subsidios, etc.
No hay que llorar. Que lloren los que ahora están comiendo bien.
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